LA MUERTE DEL SOL
PARTE I
El sol, brillante, poderoso,
dador de vida. Durante milenios ha nutrido las plantas, gobernado el clima, y
otorgado el bienestar.
Por desgracia yo jamás lo conocí,
tan sólo a través de las anécdotas de mi bisabuelo que aún conservaba viejos
libros de historia de la humanidad. Comenzaré haciéndoos un breve resumen de
los conocimientos que he adquirido de ellos.
Pocos años más tarde de que China
se proclamase la primera potencia mundial, en 2023 la Tierra cambió ligeramente
de trayectoria, provocando serios problemas demográficos. Diez años más tarde,
el hielo polar se derritió e hizo crecer el nivel del mar. En el año 2066 la
Europa ocupada por los musulmanes fue atacada por los EE.UU, con un arma
climática que produjo la glaciación. Las eternas guerras absurdas entre los
hombres provocaron la creación de potentes armas climáticas que lenta e
inexorablemente llevaron al sol a la desaceleración. La temperatura en la
Tierra fue descendiendo de manera paulatina. La mayoría de vegetación se
extinguió y poco a poco algunos animales también lo hicieron, menguando
considerablemente nuestro alimento.
Esto preocupó tanto a los seres
humanos que en el 2100 se creó un Sol artificial que iluminaba el lado oscuro
de la Tierra, sin embargo, a la larga la radiación producida por este Sol
provocó en nosotros una nueva enfermedad que causaba el envejecimiento rápido
en cuestión de segundos. Gran parte de la población de la Tierra murió,
reduciéndose en un pequeño porcentaje de lo que una vez fue nuestro hogar.
Cuando se destruyó este Sol artificial; nos dimos cuenta de que nuestra
verdadera estrella, el Sol original, había agotado todo el helio que contenía
provocando la destrucción de Mercurio y Venus, envolviéndoles en llamas y
desintegrando a estos planetas.
El Sol cada vez se hizo más
grande y calentaba un 15% más de lo que lo hacía años atrás. La poca vegetación
que quedaba, y más razas de animales murieron. Algunos ríos situados en la
parte más cálida de la Tierra en ese momento, se evaporaron provocando una nube
que hacía más complicada todavía la existencia en el planeta. Las leyes de la
física cambiaron y muchos satélites viejos cayeron. Finalmente, nuestro sol dejó
de darnos luz, sumiéndonos en la oscuridad, en la noche eterna.
Los más adinerados huyeron
conformando nuevas colonias bajo el mar, y otros se marcharon a Marte,
proclamándola una nación nuclear. Los menos pudientes nos quedamos aquí,
luchando por sobrevivir, con el sueño de huir de este planeta antes de que él
nos destruya tal y como ha hecho con la mayor parte de lo que éramos, de lo que
nos pertenecía.
Mi nombre es Deyon Wang, soy el
resultado de una nueva raza que nació en el 2273, podéis considerarme
afroasiático. Mi piel es oscura, mis ojos rasgados del color de la miel, y
poseo el gran portento físico necesario a día de hoy.
Aquí es donde comienza mi
historia. En el año 2480, era un pobre superviviente que habitaba este desolado
planeta. Al vivir como bestias, nuestro más primitivo instinto de supervivencia
estaba a la orden del día. Hacíamos lo que fuese por salir adelante, por
conseguir alimento y refugio a cualquier precio, pero no siempre era tan
fácil.
Hacía décadas que había perdido
la noción del tiempo, ya no existían las estaciones, vivía en un invierno
permanente. Mantenía el calor corporal gracias a la piel que arranqué de un oso
polar, y bajo ella tenía una vestimenta raída que incauté a un cadáver… él ya
no la necesitaba.
Había oído que hacia el sur,
había un lugar un poco más cálido, debido a la cercanía con volcanes y magma
bajo la tierra, además escuché rumores de que hace poco tiempo cayó una nave
allí, y quizás esa fuera mi salvación si logro repararla. Desde luego, mi
objetivo era llegar al sur, y no iba a rendirme hasta conseguirlo… me encuentre
con lo que me encuentre, nunca perderé la esperanza de irme de este planeta, o
al menos, buscar unas condiciones climatológicas más favorables para mi
existencia.
Llevaba días, quizá semanas
caminando. Las punzadas del hambre hacían mella en mi estómago, tan hirientes
como la helada y salvaje ventisca azotándome en la cara. Me abría paso exhausto
por el vasto terreno de nieve donde se me hundían los pies, haciendo del avance
una dura hazaña. Había perdido mi ‘’casa’’ debido a un terremoto que tuvo lugar
no hace mucho. Era un endeble y antiguo kiosco que aún se mantenía en pie, pero
bastante acogedor para mantenerme resguardado. Tener techo por un tiempo
prolongado a día de hoy se había convertido en un lujo que muy pocos hemos
tenido el placer de conocer, ya sea porque otros humanos te lo arrebatan, o
porque se derrumba como fue mi caso.
Avisté algo en movimiento a unos
metros de mí. Me puse en estado de alerta y saqué mi arco con flechas
teledirigidas. Era muy útil para la caza, y para deshacerme de enemigos.
Encendí el modo caza en las gafas con cristales verdosos, dotadas de visión
nocturna; y sólo tenía que tensar la flecha, enviar una orden desde mi cerebro
para marcar el blanco y soltarla.
¡Viviremos como pobres, pero quién
no tiene un arma a día de hoy no sobrevive! En mi caso, la encontré en un viejo
almacén de armas que saqueé tiempo atrás, antes de que viniese una tribu y se
apoderaran de él. Es la ley del más fuerte, y yo estaba solo… Os preguntaréis
cómo he acabado así. Siempre he sido un tío desconfiado, y no me gusta eso de obedecer
órdenes. Estuve en la tribu de Naska, al norte de lo que en su día fue Canadá,
y gracias al cabeza de chorlito que nos lideraba, murieron todos devorados por
los sulares, una nueva especie descendiente de los jaguares que se ha adaptado
muy bien a las temperaturas frías, y están tan hambrientos como nosotros. Yo
les advertí de que no se aproximasen a aquel terreno, pues era hogar y
madriguera para este tipo de bestias, el estúpido de Paul creyéndose el más
listo de todos insistió en que allí podríamos encontrar alimento, lo cierto es
que esa zona era rica en pesca, pero lamentablemente, no les dio tiempo de
disfrutarla…
Fui el único superviviente por no
querer acercarme allí sabiendo las consecuencias a las que nos exponíamos, a
pesar del hambre que estaba pasando… El hambre te hace débil y propenso a
cometer errores, desconcentra tu mente, y si estás desconcentrado, puede ser tu
perdición. Desde entonces prefiero estar solo.
Estaba esperando agazapado
camuflándome entre la nieve, hasta que por fin lo vi. Tenía ante mí a un reno
de lupia, el más magnífico ejemplar de esa especie, y también el más sabroso.
Lo llamábamos así porque tenía unas rodillas tan gruesas que parecía tener un
tumor, aun así era perfecto, con él podría alimentarme durante un par de
semanas si lo racionaba. Apunté y disparé mi flecha, el animal activó su sexto
sentido y comenzó a correr tratando de huir de su trágico destino en vano, la
flecha le alcanzó hundiéndose en su arteria, y atravesando su jugoso cuello. Corrí
tanto como pude hasta llegar a su agonizante cuerpo, me miraba con esos tiernos
ojos de incomprensión mientras su corazón dejaba de palpitar lentamente.
Era un ejemplar macho demasiado
grande como para cargarlo a cuestas, por lo que saqué el machete para cortarlo
en pedazos y poderlo transportar en mi mochila.
Me agaché para ponerme a ello,
cuando de pronto escuché un ruido seco y firme a poca distancia de mí. Levanté
la vista y vi a una jovencita pelirroja, con ojos azules y una larga trenza, apuntándome
con una pequeña pero potente pistola de plasma a la que ya le había quitado el
seguro.
-¡Suelta ése cuchillo, o te
volaré los sesos!
Sonreí y obedecí.
-La mochila y el arco, quítatelos
y déjalos junto al cuchillo. Da una patada y acércalos hacia mí.
-Yo he visto primero al reno,
niñita.
Ella avanzó unos pasos hacia mí,
tan sólo tendría quince o dieciséis años.
-¡He dicho que lo sueltes!
-¿O qué?, ¿me matarás?... –Solté
una carcajada- ¡Seguro que no has matado ni a un conejo!
Esa dulce niña me disparó en un
pie conforme estaba acabando la frase. Dirigí mi mano a coger una flecha pero escuché un alarido y después
noté un gran peso en mi espalda que hizo que perdiera el equilibrio, cayéndome
de morros al suelo.
Era una mujer de más o menos mi
edad, entre los veinticinco y veintisiete, y había venido encolerizada a
desarmarme. De hecho, consiguió arrebatarme las flechas y lanzarlas lejos de
mí, pero logré alcanzar el machete táctico justo a tiempo. Ella había caído
sobre mi espalda y me di la vuelta reaccionando rápido, poniendo mi filo en su
cuello.
La atractiva desconocida a la que
sólo podía verle unos ojos verdosos y una nariz chata, ya que el resto de su
rostro estaba tapado con una bufanda, me estaba estrangulando y ambos
luchábamos por acabar con la vida del otro, apenas podía hacer fuerza para rajarle el cuello ya que
ella me lo impedía a toda costa.
Sólo el grito de socorro de su compañera
más joven fue lo que detuvo nuestro forcejeo. Desistió del estrangulamiento y
giró bruscamente la cabeza, momento que aproveché para quitármela de encima de una
patada, notando un gran dolor en mi pie por su extrema dureza y por mi herida
sangrante a causa del disparo.
Me incorporé, recogí mi arco y
una flecha, tensé la cuerda y apunté. Vi que la niñita que antes me hubiere
estado apuntando, había resbalado torpemente por el hielo hasta deslizarse
hacia un precipicio cercano, que se había abierto el día del terremoto. Ahora
su corta vida pendía de un hilo, se sujetaba a una quebradiza punta de hielo
con sus enguantadas manos. La chica morena de ojos claros fue a socorrerla.
Podría haberlas matado y haberme
llevado mi reno, pero por una vez, sólo por una vez, no quería ser un cerdo sanguinario.
Me maldije a mí mismo por tomar la decisión de ayudar y me aproximé a la misteriosa chica de la bufanda para
salvar a su amiga, de la que tiraba del brazo sin éxito y ambas estaban
resbalándose hacia un destino incierto y cruel.
Al acercarme, ella me miró con
expresión de odio y tensión.
-Tranquila, sólo quiero ayudaros.
-¡Aunque me ayudes ahora, sabes
que después te mataré!-Respondió agitada.
-Correré ese riesgo…
Me aproximé cauteloso al borde de
ese abismo, y alcancé a la niña pelirroja. Entre los dos y tras un gran esfuerzo
por no caer nosotros también, conseguimos subirla hasta tierra firme.
Los tres estábamos agotados, pero
la joven de ojos verdes tenía ahora otra pistola de plasma, y me apuntaba a la
cabeza. Me levanté con la más absoluta templanza, sacudiendo la nieve de mi
abrigo casero de piel, y les di la espalda.
-Quedaos con el reno. Cazaré
otro-Dije cojeando en dirección contraria a la de ellas dejando un rastro de
sangre por mi pie herido.
-¡Espera, no te vayas!-Exclamó la
pelirroja.
Detuve mi paso y me di la vuelta.
-Muchas gracias por salvarme, y…
disculpa por intentar matarte, tenemos mucha hambre, pero hay suficiente para todos.
¡Compartámoslo!
-¡¿Qué estás haciendo
Jessy?!-Reclamó la morena.
-Él lo ha cazado, y nos ha
ayudado, ¡se lo debemos! Además, le he disparado en un pie… los animales
salvajes olerán su sangre y lo perseguirán hasta despedazarlo.
-Por favor, no me subestiméis… he
pasado por situaciones peores, me las apañaré.
-¡No!, insisto, ven con nosotras,
te curaremos y compartiremos el reno de lupia.
-¿Lo dices en serio? ¡A Troy no
va a hacerle ninguna gracia que llevemos a un intruso, lo matará!
Para eso lo
mato yo misma aquí y ahora… -Dijo la morena sin dejar de apuntarme.
-Pero podemos llevarle sin que
nos vean. Le dejaré mi habitación y dormiré contigo hoy.-Respondió Jessy, la
pelirroja.
La morena suspiró, y me miró
desconfiada analizándome de arriba abajo con la mirada, hasta que bajó el arma.
-Está bien… sólo por estas ocho
horas de sueño.
-¿Cómo te llamas?-Me preguntó la
niña.
-Deyon, y supongo que tú eres
Jessy, ¿no?
-Sí, si vienes con nosotras,
Sarah sabe medicina y podrá curarte el disparo del pie.
-Un placer, Sarah y Jessy.
-Ahorrémonos las paparruchas y
volvamos al refugio, antes de que nos congelemos o seamos pasto de la fauna
salvaje-Dijo Sarah con cara de pocos amigos.
-Sabio consejo, ¿y dónde está ese
refugio exactamente?-Pregunté mientras ayudaba a las chicas a hacer pedazos el
cuerpo del reno, para facilitar su transporte.
-Somos de la tribu de los
Arcasianos, y…
Sarah le tapó la boca a Jessy.
-Deja de darle información, ya
sabe suficiente sobre nosotras. Sólo será por unas horas y nadie puede saberlo,
ni tampoco él deberá saber volver.-Sarah giró la cabeza y se dirigió a mí-Si
quieres continuar vivo, en ocho horas o máximo diez, deberás estar lejos de
allí. -Sarah se quitó su bufanda, descubriendo un bello rostro en una seductora
mujer.-No quiero que sepas a donde vamos ni que te aprendas el camino, voy a
vendarte los ojos.
-Creo que os seré más útil si voy
con los ojos sin cubrir. Llevo mucho tiempo solo y sé captar los movimientos de
posibles amenazadas a grandes distancias.
-¿Ah, sí?... A nosotras no nos
captaste.-Respondió arqueando su ceja derecha.
-¡Eso no cuenta! Fue porque
estaba desconcentrado por el hambre.
-¡Póntelo y cierra la boca!-Ordenó
Sarah.
-Qué mala leche tiene tu amiga,
¿eh Jessy?
Jessy sonrió y asintió.
-Pero es de la que más he
aprendido.
Obedecí y me puse la dichosa
bufanda alrededor de mis ojos. Jessy me ofreció su mano, con la otra sujetaba
una luminosa linterna, y caminé junto a ellas hasta ese misterioso refugio.
Con el viento la bufanda se me
escurrió un poco, y por un ojo podía ver
el camino. La verdad es que, por mucho que lo memorizase, no me interesaba lo
más mínimo ir allí después de esta noche. ¿Qué iba a hacer, saquear y asesinar
a toda una tribu yo solo?... Ahora mismo soy un nómada, únicamente he aceptado ir con ellas porque
tengo hambre, y necesito curar mi pie para seguir avanzando hacia mi destino.
Tenía que conseguir ir al sur como fuese.
Caminaba con dificultad y estaba
ralentizando el ritmo de las chicas, hasta que tropecé y caí. Cuando Jessy se
estabilizó para evitar caer conmigo, se agachó preocupada tendiéndome su mano.
-¿Estás bien?, ¿puedes caminar?
-Sí, eso creo.-Dije alcanzando su
mano y levantándome. Jessy me guiñó un ojo, al ver su mano y aferrarme a ella,
me delaté a mí mismo, y sabía que podía ver a pesar de tener la bufanda en los
ojos.
-¡Silencio, he escuchado algo!-Exclamó
Sarah, que enseguida desenfundó la pistola caminando mientras miraba todo a su
alrededor agudizando su vista y oídos. Jessy alumbraba con la linterna y sacó
un cuchillo jamonero de su bolsillo.
Yo también me puse en guardia con
mis gafas y mi arco tensado. Continuamente tenía la visión nocturna activada
para poder ver, pero en este caso no veía nada más allá de un palmo de mis
narices, por lo que activé la captación térmica, y pude ver una manada de
hambrientos loballos aproximándose a nosotros; una nueva especie mutada con la
ferocidad, mandíbula y astucia de un lobo y el tamaño de un caballo. No corrían
tanto como sus ancestros, y su tamaño les entorpecía a la hora de moverse, pero
en manada eran muy peligrosos. Pronto no me hizo falta activar la captación
térmica, pues nos habían rodeado, ¡estaban ahí mismo! Les había atraído el olor
del reno y el de mi herida.
Tenían unas robustas y enormes
patas, tan grandes como sus bocas llenas de afilados dientes y colmillos. Los
tres nos aproximamos unos a otros, pegando nuestras espaldas y pensando en cómo
deshacernos de ellos.
-Deyon, ataca a el ala norte, yo
atacaré a los del sur… y tú, Jessy, quédate aquí por si alguno de acerca
demasiado, y entonces clávales el cuchillo, ¡cúbrenos!
-¿Por qué no tiene un arma en
condiciones Jessy?-Pregunté.
-La tenía, pero se me ha caído
por el precipicio de antes-Me respondió la adolescente. ¡Así es más
emocionante!
-¡Oh, y que lo digas!... ¡sobre
todo si no puedo huir más que cojeando en caso de que las cosas se pongan
chungas!-Reí histéricamente.
-¡No seas gallina!-Dijo Sarah
quitando el seguro de su pistola-¿Estáis preparados?
Sarah apuntó y disparó, yo hice
lo mismo con los que venían por el norte, sólo veía que cada vez que acabábamos
con una hilera, venían más detrás. La cosa comenzó a ser un desmadre y a mí se
me estaban acabando las flechas. Los sulares también hicieron acto de presencia
y se unieron a los loballos para acabar con nosotros; otros por el contrario,
contribuyeron a la caza de loballos y se enzarzaron en una pelea entre ellos.
Ya no estábamos rodeados,
directamente los teníamos encima. No tenía tiempo de disparar mis únicas dos
flechas y me uní a Jessy sacando mi machete para encararme con ellos cuerpo a
cuerpo. He de reconocer que a pesar de su juventud la chica estaba en forma y
sabía muy bien lo que hacía, de un salto alcanzaba la yugular de esas bestias
gigantes y les hería de manera letal.
Yo hice lo propio con mi machete,
mientras Sarah continuaba quitándonos de encima a ambas especies de animales,
con una puntería y precisión que le habrá costado años de práctica para
conseguir tal efectividad en combate.
Jessy estaba de nuevo en apuros
cuando un sular saltó sobre ella y la tiró de espaldas, poniéndose la bestia
encima y haciendo que perdiese en la oscuridad su cuchillo. La chica hacía
fuerza con sus manos para mantener la mandíbula del animal cerrada y lejos de
ella, pero el sular mordió su mano, y su sangre salpicó su rostro y la boca de
la bestia.
Corrí a la pata coja hasta
alcanzarla, hundí mi acero en ese sular; de inmediato él la soltó y vino a por
mí, pero Sarah le disparó y cayó al suelo.
Hordas de animales habían venido
a nuestro encuentro por todo el jaleo que estábamos armando en medio del
silencio de la noche y de la nada.
-¡Mierda, tenemos que irnos de
aquí!-Vociferó Sarah-¡Mi pistola se está recalentando!
Las pistolas de plasma utilizan
un sistema de almacenamiento de energía para activar un acelerador
electromagnético que dispara plasma, (la materia con elevados niveles
energéticos y de temperatura que he sufrido en mi propio pie derecho), pero las
más anticuadas como la de Sarah sufren un recalentamiento tras su uso
prolongado durante minutos y llegado ese momento, hay que esperar un rato hasta
que el arma se enfríe y poder continuar disparando. Era el momento idóneo para
huir.
-¡Vámonos!-Gritó Jessy corriendo
a la par que lo hacía Sarah. Yo apenas podía correr pero me esforzaba todo lo
que podía, notaba el aliento en forma de vaho que emanaba de la boca del sular en
mi nuca, que me perseguía con insistencia y cada vez estaba más cerca, no
quería mirar atrás porque sabía que lo tenía justo detrás de mí, mi corazón
latía tan fuerte que podía incluso escucharlo mejor que los propios rugidos tan
ensordecedores del hambriento sular.
Sarah se dio la vuelta y volvió
hasta mí, dando un fuerte y rabioso puñetazo en el cráneo al sular y cogiéndome
en brazos sin apenas esfuerzo, para correr conmigo a cuestas.
-¡Vaya… eres una chica bastante
fuerte!
-¡Cierra el pico, joder!-Exclamó
en un estado de nerviosismo mientras de nuevo alcanzaba a Jessy con una rapidez
supersónica, la joven pelirroja de vez en cuando echaba su mirada atrás con
auténtica expresión de terror. ¡Esos miserables no se cansaban de correr tras
nosotros!
-¡Ya casi hemos llegado!-Jadeó
Jessy.-Yo entraré por la puerta principal, Randal y Kaila están de guardia,
podrán matar a unos cuantos y evitar que entren. Vosotros id por la otra
puerta, que no te vean entrar con Deyon, ¿de acuerdo Sarah?
-Lo sé, aunque va a estar
complicado, entraré por nuestra abertura secreta.
Llegamos a un gran edificio,
bastante deteriorado al igual que el resto que conservábamos, parecía ser una
enorme fábrica abandonada. Jessy se separó de nosotros y se dirigía a la puerta
principal con las bestias pisándole los talones, escuché cómo pedía ayuda y los
guardias disparaban con gran certeza a aquellos animales.
Sarah me llevó por otro camino,
evitando ser vista por aquellos guardias y rodeando el edificio. Llegamos a la
parte lateral trasera y ella levantó una tabla de acero que estaba a ras de
suelo.
-Vamos, rueda y métete por aquí,
¡deprisa!-Ordenó dejándome en el suelo. Así lo hice y ella se metió detrás de
mí, cerrando de nuevo esa estrecha abertura justo a tiempo de ser presa de un
sular.
Respiró hondo y volvió a cogerme.
-No hagas ningún ruido-Susurró.
Sarah me dirigió escaleras arriba hasta un pequeño habitáculo, que en su día
sería una oficina. Estaba amueblado con una cama de madera realizada de manera
artesanal, con un viejo y sucio colchón, pero bastante cómodo. Hacía mucho
tiempo que no veía uno, ni tampoco ninguna manta de piel de sular como las que
había, tan suaves, sedosas y reconfortantes. No pude evitar tumbarme emitiendo
un profundo suspiro de placer mientras colocaba mi cabeza en el mullido cojín.
Al entrar habíamos cerrado la
puerta por dentro, había un candado con llave que poseía Sarah, pero alguien
estaba llamando al otro lado.
-Sarah abre la puerta, sé que
estás ahí, ¡sal ahora mismo!-Exclamó una voz grave y masculina, sin duda, no se
trataba de Jessy.
-Mierda… ¿nos habrán
descubierto?-Pregunté.
-¡Shhh, cállate!-Musitó. Mientras
ese tío continuaba golpeando la puerta y tratando de girar la manivela.-Métete
debajo de la cama.-Me ordenó.-¡Ya voy, un momento!-Dijo abriendo el candado, y
entreabriendo un poco la puerta.
-¿Qué coño ha pasado?, ¿eres tan
torpe de salir de caza y permitir que a Jessy le muerdan una mano, y traer toda
una horda de sulares y loballos hasta nosotros?
-Lo siento…
-Seguro que no has traído nada
para nosotros, ¿verdad? ¡Lo sabía, no vales para nada, máquina de mierda!
-Bueno, todos los que han matado
alrededor de aquí los guardias podéis comerlos, ¿acaso eso no es algo?
-¡Has puesto en peligro a Jessy,
y a toda la tribu! Además ahora esos animales saben dónde estamos, recorrerán
el rastro que han dejado sus compañeros de manada y vendrán más, ¡sabes que no
tenemos armas suficientes para enfrentarnos a algo así!
-Troy, piensa en que tendremos
más alimento, además, dado el caso me encargaría yo de aniquilar a todos, me
haré responsable de ello.
-¡Si eso ocurre, serás la primera
putita que saldrá de aquí y no volverás hasta haber acabado con todos, o hasta
que te destrocen!...-Cogió una bocanada de aire- Puedes darlo por sentado.
-De acuerdo.
-¿Y se puede saber por dónde has
entrado?
-Entré muy rápido porque me
perseguían, a lo mejor los guardias ni me han visto.
-Quiero que cures la mano de
Jessy, necesito que pueda defenderse ya que tú eres una inútil, te confío a una
de las mejores cazadoras y me la traes así. ¡Nunca serás como nosotros,
deshecho de chatarra y cables, no eres más que basura!
-Enseguida bajo, estaba dejando
unas cosas aquí.
-¿Te parece más importante venir
y ponerte cómoda mientras ahí fuera estaban Kaila y Randal arriesgando sus
vidas?
-No… lo siento.
-¡No tengo todo el día,
máquina!-Gritó enfurecido- Jessy está en enfermería.-Dijo aquel hombre al que
sólo podía verle los pies desde mi posición, al parecer era el líder de los
Arcasianos… me sorprendió que alguien como Sarah, aguantase los insultos y
ordenes de ese imbécil. Él se fue y Sarah cerró la puerta.
-Ahora vengo, voy a echarle un
vistazo a la mano de Jessy, mantente oculto, cuando vuelva de enfermería traeré
lo necesario para tu pie, ¿entendido?-Dijo casi susurrando.
-Entendido.
Esperé largo y tendido bajo la
cama, me quedé atontado por la pérdida de sangre y el dolor que padecía, y cuando
quise darme cuenta me había quedado dormido.
Desperté cuando escuché la puerta
abrirse, me dio un vuelco el corazón pero me tranquilicé al ver que se trataba
de Jessy y Sarah.
-Puedes salir Deyon, ¡no hay
monos en la costa!-Clamó Jessy sonriente, tenía un vendaje en la mano
izquierda.
Me desperecé y rodé hasta salir
fuera de la cama, me incorporé y me senté al borde.
-¿Qué tal, Jessy?, ¿qué llevas en
la mano?
-Ah, no es nada… Sarah me ha
hecho una sutura sencilla y me lo ha vendado, en nada estará bien.
-Ahora veamos tu pie… descálzate
y echaré un vistazo, lamento no disponer de material más moderno para sanaros,
pero es lo que tenemos, lo que encontramos en esta vieja fábrica…
-No te preocupes-Dije quitándome
mi bota, que tenía un agujero hecho a causa del disparo por el que podía verse
mi calcetín ensangrentado y roto. Al dejar al descubierto mi pie, observé que
no tenía buen aspecto, desconocía cuántas horas habían pasado desde el disparo,
pero veía la piel bastante afectada.
-Han pasado dos horas y media,
veamos qué podemos hacer, voy a lavarte la herida.-Dijo Sarah, lavando mi pie
con agua y jabón desinfectante. Me examinó la herida producida por la gran
quemadura de la plasma, y cogió los rayos X para realizarme una inspección
interior.
-No te muevas, vamos a mirar si
se ha tocado algún vaso, tendón o nervio, ¿de acuerdo?
Sarah colocó el aparato sobre mi
pie, era similar a una gran cámara de fotos, incluía una pantalla donde ella
podía ver la radiografía en directo.
-Has tenido suerte… o quizás esa
bota era muy buena. Hemos llegado a tiempo de evitar la gangrena gaseosa, aun
así hay tejido dañado y voy a tener que eliminártelo antes de que se produzca
la necrosis. Voy a ponerte una gasa e inmovilizarte el pie, pero en unas horas
cuando vuelva a desinfectártelo podremos cerrar y cicatrizar la herida, subiré
el láser para hacerlo, pronto ni recordarás que te hayan disparado.
-Me alegra oír eso.-Suspiré
hondamente, mientras Sarah me colocaba la gasa y Jessy miraba expectante.
-A mí también, te pido perdón por
haberte disparado en el pie, pareces un tío majo… ya sabes que no te puedes
fiar de nadie.-Dijo Jessy.
-Yo habría hecho lo mismo que tú,
solo que mi disparo habría sido en la cabeza, así que en todo caso debería de
agradecerte que no me hayas matado.
-¡No hay de qué! ¿Sabes?, somos
muy pocos humanos poblando la Tierra, prefiero no matar a alguien a no ser que
sea estrictamente necesario, opino que si todos nos uniésemos por el bien
común, y formásemos una comunidad entre
todos para poder sobrevivir todo sería más fácil… pero sé que eso es imposible,
sigue habiendo gente muy malvada por el mundo… como Troy. Por eso no quiero
compartir el reno de lupia con él, lo he traído aquí para nosotros. Ellos
cenarán de los loballos y sulares que han matado a las puertas de la fábrica,
pero no es nada comparado con el reno, prefiero mil veces el sabor de su carne.
Lo he cocinado antes en cuanto he visto el fuego libre, nadie se ha fijado en
qué tipo de animal estaba cocinando porque todos estaban ocupados engullendo su
ración.-Jessy sacó de una bolsa de tela dos generosos trozos de reno de lupia
ahumados por el fuego de leña. Me sirvió uno a mí y otro para ella, y me trajo
un vaso de agua.-El agua la sacamos de un pozo que construimos hace unos meses,
hervimos el agua para eliminar las bacterias, o usamos pastillas purificadoras,
¡pruébala, seguro que estás sediento!
-Gracias por vuestra
hospitalidad, ¿tú no comes nada, Sarah?
-No tengo necesidad de comer ni
de beber, ya habrás oído al capullo de Troy… soy un androide, aunque él
prefiere llamarme ‘’máquina de mierda’’
-Es cierto, lo había oído pero
necesitaba confirmarlo… hace muchísimos años que no veía a ninguno, creí que
todos se largaron con sus dueños a Marte, o bajo el mar… aun así, he de decir
que jamás he visto a uno tan perfecto como tú, ¿cómo has acabado aquí, y por
qué aguantas a Troy?, ¿acaso él es quién te creó? Si tan adinerado fuese, no
estaría viviendo en la Tierra imagino…
-No estoy aquí por él, sino por
Jessy. Es una larga historia…
-Podéis contármela si queréis,
hasta que pueda quitarme la gasa tengo todo el tiempo del mundo.-Le di un feroz
mordisco al delicioso reno.
-¡De acuerdo!, ella es Sarah Tesla,
hija del doctor…-Comenzó a contar Jessy, pero enseguida fue interrumpida por
Sarah.
-Se lo contaré yo… Mi padre era
un ambicioso científico e inventor, con grandes ideas revolucionarias.
Trabajaba para el gobierno, cuando aún existía aquí... y fue el responsable de
crear naves con las que después los más altos cargos huyeron a Marte, además de
búnkeres bajo el mar.-Sarah bajó la mirada- Nunca me contó sus ubicaciones, ni
nada al respecto, ya que era alto secreto y pondría en juego su vida y la mía… -Alzó
la vista y clavó sus ojos en nosotros- sí, yo una vez fui como vosotros, de
carne y hueso. Fui teniente de las fuerzas armadas, y perdí a mis soldados en
la guerra que hubo contra los habitantes de Marte, cuando quisieron
independizarse de la Tierra y nos negaban los recursos necesarios para
sobrevivir aquí. Muchas personas murieron tras el ataque de Marte hacia
nosotros, intentaron extinguir toda vida de este planeta, para dejar sólo a la
clase alta y refinada viva de la especie humana, trataban de que muriésemos de
hambre, tal y como estamos ahora; pero en ese entonces les plantamos cara y
luchamos contra ellos. Lo más irónico es que vinieron a acabar con nosotros con
las mismas naves que mi padre en su día construyó. A él le ofrecieron ir a
Marte, pero a mí me negaban la entrada y prefirió quedarse aquí conmigo… hasta
el día de mi muerte. Cuando mi padre me encontró, ya no había actividad
cerebral necesaria para poder salvarme, o clonarme, no había tiempo suficiente.
Lo último que recuerdo es a un soldado del ejército de Marte dispararme a
bocajarro con su fusil de plasma, perforándome el abdomen, y sobretodo recuerdo
mis manos manchadas con mi propia sangre. Cuando desperté, vi a mi padre.
Estaba en su laboratorio, le pregunté que cómo había llegado hasta ahí, justo
antes de gritar y ver en un espejo que mitad de mi cara era exclusivamente robótica. Él entonces me explicó que no pudo salvarme,
pero sí pudo salvar mis recuerdos almacenados, justo en los últimos instantes
antes de fallecer. Había construido una copia exacta de mi imagen, estaba a
punto de terminar su última gran obra. Un androide capaz de tener los
sentimientos, la personalidad, y la identidad de la difunta Sarah Tesla. Jamás
nadie había creado a un ser artificial tan perfectamente humano como dicen que
soy yo… fue como si me trajese de nuevo a la vida, una resurrección.
-Es cierto, ya te digo que si no
fuese porque tienes una fuerza increíble, y corres demasiado rápido sin
siquiera cansarte, pasarías inadvertida…-Aclaré mientras permanecía atento a su
anécdota.
-Lo sé… Bueno, mi padre murió en
mis brazos años después, a causa de la enfermedad del envejecimiento. Él ya
estaba mayor y le costó pocos segundos llegar a su muerte. Ojalá él me hubiera
enseñado a clonar, a crear un androide o lo que fuese, para poder traerle de
nuevo conmigo, pero lamentablemente no fue así. Tampoco disponíamos ya de
material para hacerlo, por los grandes saqueos y robos que hemos sufrido desde
que perdimos la guerra y nos quedamos sólo unos pocos viviendo en la Tierra.
Todo invento o creación de mi padre, era propiedad del gobierno, gobierno que
ahora estaba en Marte. Mi padre me había mantenido en secreto todo este tiempo,
hasta que un buen día algún pajarito propagó la noticia de mi existencia, ahora
renacida como un androide. Vinieron a buscarme las fuerzas especiales y me
raptaron, querían convertirme en un arma, en su perro guardián, para exterminar
a mi propia gente… ¡cuando tiempo atrás ellos mismos fueron quienes me
asesinaron!-Vociferó con expresión de rabia, apretando sus puños y dientes- Como
es de imaginar, me defendí de ellos como pude llevándome a todo el que podía
por delante, hasta escapar de sus instalaciones secretas en la Tierra, a día de
hoy destruidas por los terribles y frecuentes terremotos que han acontecido.
Fue entonces cuando, tras meses sola, tratando de recomponerme de la
experiencia y vagando como tú… encontré a Jessy. Vivía en una villa que habían
construido con el sudor de su frente, ocultos tras las nevadas mesetas, junto
al calor de su familia: sus padres y su hermano. Unos mamones entraron para
apoderarse de su hogar, pillándoles por sorpresa, violando a su madre ante la
atemorizada mirada de su padre y su hermano, Jessy estaba escondida debajo de
su cama escuchando todo, aún no sabían que ella estaba allí, y tenía demasiado
miedo como para salir. Tras escuchar los disparos cuando asesinaron a su
familia, notó los pasos de aquellos cerdos acercarse a su dormitorio. Estaban
inspeccionando toda la casa y dieron con ella. Jessy forcejeó con ellos,
consiguió desarmar a uno y con su misma arma le disparó. Fue entonces cuando
salió de su casa entre llantos y pidiendo ayuda, cuando yo la vi tenía a tres
hombres detrás disparando contra ella. Aniquilé a todos, y desde entonces Jessy
y yo siempre estamos juntas.
-¡Menuda memoria tienes,
Sarah!-Exclamó Jessy-Sólo te lo conté una vez hace dos años y parece que lo
recuerdes mejor que yo…-La chica pelirroja se dirigió a mí-Ella me ha enseñado
todo lo que sé a día de hoy, a ella le debo el saber luchar, y protegerme a mí
misma.
-Hemos acabado aquí, en la tribu
Arcasiana porque Jessy anhelaba un hogar, ella sigue creyendo en la humanidad y
en que es posible una comunidad, y aunque yo era y sigo siendo reticente, por
ella es que vine aquí, cuando Troy nos encontró y nos habló de este lugar.
-¿Cuánto tiempo lleváis en esta
fábrica?-Pregunté.
-Seis meses-Respondieron al
unísono.
-¿Y estáis a gusto aquí?... –Pregunté
temiéndome la respuesta.
-No, definitivamente no-Respondió
con firmeza Jessy-Vine aquí creyendo que seríamos una familia, pero Troy… es
muy desagradable, no le soporto. Bien cierto es que nos ha dado un techo, pero
mientras él está aquí en la comodidad de la fábrica, los demás tenemos que
salir para alimentarnos a nosotros y a él.
-Yo estoy muy harta de sus
impertinencias-Afirmó Sarah-Pero sigo aquí por Jessy.
-Si queréis, podéis acompañarme.
Me dirijo al sur, he oído que allí la temperatura es más cálida, además…-Hice
una pausa, no sabía si realmente podía confiarles la información sobre la nave,
temía que fueran allí sin mí, la encontraran y me dejasen tirado.
-¿Además, qué?-Cuestionó Sarah.
-Nada, que allí serán mejor las
cosas, estoy convencido de ello.-Afirmé. Esperaría a tener más confianza para
contarles lo demás, o quizás, cuando de verdad encontremos la nave, si es que
es cierto el rumor.
-¿Tú qué opinas, Jessy?-Dijo
Sarah.
-No sé…
-Ya es la hora de quitarte ese
vendaje.-Dijo observando fijamente mi pie, para después posar sus artificiales
ojos en Jessy-Mientras te lo piensas voy a ir a por el láser, sabes que allá
donde tú vayas, yo también iré.
Sarah se marchó, ahora había que
eliminar la piel dañada y cerrar la herida. Lo cierto es que a pesar de la
escasez de material quirúrgico, ellos tenían lo suficiente como para subsistir.
Es muy probable que si al final decidían acompañarme en mi viaje, les sugiriese
llevarse consigo lo máximo que puedan. No me vendría nada mal tener a un
androide y una joven cazadora experta a mi lado durante el camino.
El androide volvió y destapó mi
herida, eliminó el tejido muerto y con el láser cerró la dolorosa abertura. Al
concluir, sólo tenía una ligera marca blanquecina como cicatriz. Repitió la
misma operación con la mano de Jessy, y justo cuando estaba terminando, oímos
gritos y disparos.
Sobresaltados, cada uno corrimos
a coger nuestras armas. Recordé mirando desconsolado mi carcaj que sólo me
quedaban dos flechas, y necesitaba encontrar más en alguna parte, de momento
únicamente podía valerme con mi fastuoso machete.
-Abajo en el almacén creo que
tenemos más flechas, mientras tanto, toma mi arma. Troy tiene la llave, pero
conseguiré abrirlo, siempre tiene más armas guardadas de las que dice, yo lo sé
porque soy una de las que más ha recuperado armas, pero aun así, nos
proporciona sólo una a cada uno. –Sarah lanzó en el aire su pistola y la cogí.
-Gracias.
Jessy ahora disponía de una
escopeta de rayos, tan mortíferos o incluso más que la plasma. La munición de
rayos era popularmente llamada como ‘’el rayo de la muerte’’, a corta
distancia, podía freírte el cerebro en un pestañear.
Sarah abrió el candado de la
puerta y se asomó ligeramente, yo también lo hice agachado, mirando por la
rendija con la pistola por delante.
Observé que todos salían de sus
habitáculos armados, descendían las escaleras de manera fugaz a la orden de
Troy, mientras anunciaba la llegada del peligro.
-¡Alarma, alarma!-Gritaba con
ímpetu, su voz se distorsionaba y se perdía entre los silbidos de los disparos.
Esto ya lo había vivido en más
ocasiones, se trataba de un saqueo. Pude observar a un grupo de fornidos
señores que se habían sentido atraídos por el edificio, y querían hacerlo suyo
a toda costa.
-Señoras, es buen momento para
decidir si queréis venir conmigo o no. Quiero saber si me voy a liar a tiros
para salir de aquí, o para defender vuestro hogar.
-¡Vayámonos al sur, necesito
nuevas emociones!-Exclamó Jessy dando una decidida patada a la puerta y
dejándonos al descubierto. Ella encañonó su escopeta y destrozó el pecho de uno
de los asaltantes con su rayo de la muerte.
-¡Coged todo lo que podáis antes
de que lo roben!-Exclamé-Medicinas, el láser quirúrgico, las armas del almacén,
¡todo!
-Eso está hecho-Dijo Sarah
doblándole el cuello con sus propias manos a otro-¡Por aquí!
Nos abrimos paso corriendo,
descendiendo las escaleras y asesinando a todo ser viviente que nos atacaba, y
a los que no nos atacaban también. Yo no era ni de un bando ni del otro, era un
simple intruso, para todos era un desconocido, una simple amenaza.
Llegamos al piso inferior, donde
daba lugar una auténtica batalla campal. Había restos de sesos esparcidos por
el suelo, en más de una ocasión tuve el amago de resbalarme por la sangre que
pisaba, y de vez en cuando tropezaba con miembros amputados… nos encontrábamos
caminando sobre cadáveres. Por doquier había personas forcejeando, una lucha de
vida o muerte, y los rayos, plasmas, además
de otros proyectiles eran lanzados de un lado a otro; mientras los esquivábamos
para continuar con vida. No sé a cuántas personas acribillé en esa estancia,
perdí la cuenta.
Al fin alcanzamos la enfermería.
Estaba siendo saqueada en ese momento, y esquivamos los disparos colocándonos
agachados tras la camilla. Salí y pude disparar a tres, Jessy mató a otros dos,
y mientras los demás estaban distraídos en acabar con nosotros, Sarah corrió
hacia ellos y mató a los dos que quedaban a golpes. Nunca dejaría de
sorprenderme la fuerza de mi nueva compañera de viaje.
-¡Bien hecho, Sarah!-Yo no sé
dónde guardáis las cosas, Jessy y yo vamos a cubrir la entrada, no dejaremos
que nadie entre aquí, ¡date prisa y coge lo indispensable para nosotros!
Jessy se colocó tras la mesa, y
yo tras la camilla. Estábamos agazapados y cada vez que escuchábamos la puerta
abrirse salíamos y disparábamos. Sarah se apresuró a coger el material, y una
vez hubo acabado corrió hacia la puerta haciéndole un gancho a otro hombre que
entraba, lo derribó al instante.
-¡Vamos a por las
armas!-Vociferó.
Jessy y yo le seguimos hacia el
oscuro y húmedo sótano, a Sarah trataron de herirle con plasma, le dieron en un
hombro y dicha plasma hizo un pequeño rasguño en su artificial piel, dejando al
descubierto una ínfima parte de la resistente capa de metal que formaba parte
de su ser. Ella enseguida reaccionó ante la sorpresa del enemigo, cogiéndole
del cuello y lanzándolo hacia sus compañeros de tribu.
Tuvimos ciertos problemas para
descender las escaleras, yo tuve que vérmelas con dos enormes mastodontes-he de
decir que yo no era muy alto…- entre los dos me cogieron y me dieron sendos
puñetazos tratando de hacerme caer, ¡no sé ni de dónde salieron esos tipos! Lo más
probable es que se me quedase cara de idiota en ese momento. Enseguida disparé con
certeza a uno de ellos para darle muerte, pero el otro me desarmó, mi pistola
cayó al suelo y era incapaz de recogerla debido a que aquel grandullón ahora
había cogido mi cabeza y jugaba a golpear las paredes con ella. Me sentí
entumecido por el golpe, pero lleno de rabia arremetí contra él, con todas mis
fuerzas lo empujé dándole una fortuita patada voladora en el estómago y
conseguí que se tambalease. Alguien trató de dispararme ya que escuché un
silbido muy cerca de mis oídos. Tenía los puños ensangrentados debido a los
puñetazos que había dado. Encolerizado atesté otro golpe seco y rápido en la
yugular de mi contrincante antes de que pudiera recomponerse de la patada
anterior, después salté y clavé mi codo en su nuca, haciendo que se agachara
ligeramente y teniéndole bastante cerca, saqué raudo mi machete y rajé su
cuello.
Avisté mi pistola y la recogí,
dirigí mi mirada unos metros más allá y debido a la poca iluminación de las
escaleras de metal que descendían hacia el sótano, sólo pude adivinar a través
de las siluetas y sombras que Jessy y Sarah también estaban en apuros, en ese
momento tenía las gafas nocturnas guardadas, ya que las guardé al entrar en
esta dichosa fábrica. Para ser un lugar tan angosto, el pasaje estaba demasiado
concurrido.
Me abrí paso entre la barbarie de
peleas cuerpo a cuerpo y armas tratando de herirme, y de un salto bajé varios
escalones hasta llegar abajo del todo.
Allí tan sólo quedaban tres
hombres y una mujer, que Jessy y Sarah se quitaron de en medio mientras yo
bajaba.
-¿Te habías perdido?-Preguntó
Sarah.
-Bueno, veo que vosotras también
habéis estado algo entretenidas… ¿dónde están esas armas tan golosas que todo
el mundo quiere?
-Sígueme.
Corrimos hacia la izquierda por
un largo pasillo con algo más de iluminación gracias a los flexos. Estaba seguro
que los asaltantes estaban fascinados por encontrar un lugar con electricidad,
tanto como lo estaba yo. Era muy complicado encontrar a alguien que supiera
realizar tal obra, la transmisión eléctrica sin cables, utilizando la
conductividad eléctrica de la tierra, todo era a través de elementos naturales.
-¿Quién os ha proporcionado la
electricidad inalámbrica?-Pregunté curioso sin parar de correr.
-He sido yo, mi padre me enseñó
cómo se hacía.-Respondió Sarah.
-Vamos a serte de mucha utilidad,
¿eh, Deyon?-Sonrió Jessy.
-¡Y que lo digas!
Llegamos a la puerta del almacén.
Sarah dobló las pesadas barras de acero de esa cámara, y consiguió abrirla. Nos
sorprendimos cuando al entrar, Troy estaba dentro. Él estaba agachado
recogiendo armas, solo él era el que poseía la llave para entrar, y no tardó en
apuntarme y apretar el gatillo. Rodé por el suelo para esquivarlo y le apunte yo.
Jessy se puso en medio, colocándose frente a mí con los brazos en cruz.
-¡No dispares, Troy!
-¿Quién cojones es éste?,
¿defiendes a los asaltantes? ¡Apártate!
-Él viene con nosotros. Yo tengo una
pregunta mejor que hacerte… ¿qué haces aquí, mientras tus hombres están
perdiendo la vida ahí fuera?-Cuestionó Sarah.
Troy se incorporó con el ceño
fruncido.
-Estas son mis armas, vine aquí
para defenderlas.
-Oh… ¿en serio?, ¿encerrándote
aquí dentro tú sólo? ¡Eres un puto cobarde!
Troy apuntó a Sarah, y Jessy
apuntó a Troy.
-¿Vais a traicionarme ahora,
después de lo que he hecho por vosotras? Os traje aquí cuando no teníais nada,
¡no eráis nadie! Os di cobijo, os di una comunidad y una labor. ¡¿Y ahora venís
aquí a robarme, malditas zorras?!-Gritó exasperado.
-No estamos robando, estamos
tomando lo que es nuestro. Nosotras hemos traído aquí más armas de las que tú
has traído, y tanto tú como yo, sabemos que lo que tratabas de hacer era
escapar por la puerta trasera con tus provisiones, huir y abandonarnos, ¿no es
cierto?-Dijo Sarah.
-¡Cierra el pico!-Troy disparó y
Sarah saltó para esquivar la plasma. Jessy apretó su gatillo y voló su cabeza
con la escopeta de rayos de la muerte.
-¡Ciérralo tú, Troy!-Exclamó
Jessy.
-Gracias, tenía ganas de que
matasen a este imbécil.-Confesó Sarah
-No hay tiempo que perder, coged
las armas con las que más a gusto os sintáis, recordad que tenemos que ir ligeros
de equipaje… nos espera un largo camino-Aconsejé.
Fui directo a por más flechas
para mi arco, pero encontré también una reliquia. Se trataba de una pistola de
Ice-9. Todos sabemos que los humanos estamos compuestos por agua, pues bien;
las hondas que dispara este arma, hacen que al entrar en contacto con los
tejidos blandos o flujo sanguíneo, tales como los ojos, causen una muerte
extremadamente rápida. Es como cristalizarles el agua, congelarlos por dentro,
¡es increíble! Me la agencié para mi bolsillo muy decidido.
Jessy recorrió la estancia
indecisa, hasta que encontró algo que le llamó la atención. Era un rifle de francotirador
de proyectiles incendiarios. Las balas de este arma al perforar el cuerpo no
salen, se quedan agarradas en el interior cual garrapata y en un segundo son
capaces de hacerte explotar por los aires. También puede servir para destruir
todo lo que se encuentre en su camino, incluso el acero. Aun así, es un arma
que ha de usarse a gran distancia, y tener muy buena puntería, como lo eran los
rifles en la antigüedad. La chica pelirroja también adquirió un arma blanca, se
trataba de un ‘’cuchillo’’ extensible de doble filo. En su forma más corta
podía servir para cortar, para hacer pedazos una buena caza como el reno de
lupia, y en su aspecto más largo era una magistral espada eléctrica. Emanaba
una energía similar al rayo, que podría electrocutar a aquél cuerpo perforado
por la punta de esta arma. Ella también se lo echó al bolsillo.
Sarah cogió la pistola de plasma,
la escopeta de rayo de la muerte que usó Jessy, y un puñal.
-Tenemos que ir al pozo a
rellenar las cantimploras, y coger las pastillas purificadoras.-Dijo Jessy.
-No tenemos tiempo de ir al pozo,
¿no has visto la que se está armando ahí fuera?, ¿dónde están las pastillas
purificadoras de agua?-Pregunté.
-Aquí-Sarah señaló una estantería
y las cogió.
Observé que guardaban
cantimploras en otra estantería, las cogí y abrí, ¡estaban llenas!
-Problema resuelto, llevémonos
éstas. Troy era un imbécil, pero al menos tuvo la brillante idea de guardar
aquí sus provisiones para huir.-Dije apropiándome de una de ellas.
-¡Estupendo, larguémonos!-Exclamó
Jessy.
HE ELIMINADO LA PARTE 2 Y 3 PORQUE YA ESTAMOS EN PROCESO DE CREAR EL CÓMIC. EL RELATO ESTÁ SIENDO MODIFICADO EN ALGUNOS DETALLES, SI QUERÉIS CONOCER CÓMO CONTINÚA, EN CUANTO EL CÓMIC ESTÉ LISTO PODRÉIS SABERLO. ¡MUCHAS GRACIAS POR VUESTRA PACIENCIA!
HE ELIMINADO LA PARTE 2 Y 3 PORQUE YA ESTAMOS EN PROCESO DE CREAR EL CÓMIC. EL RELATO ESTÁ SIENDO MODIFICADO EN ALGUNOS DETALLES, SI QUERÉIS CONOCER CÓMO CONTINÚA, EN CUANTO EL CÓMIC ESTÉ LISTO PODRÉIS SABERLO. ¡MUCHAS GRACIAS POR VUESTRA PACIENCIA!
Me ha gustado mucho este fragmento de la muerte del sol, porque refleja una verdad a largo plazo de como la humanidad existirá si no cuidamos nuestro hogar, esta nuestra casa , nuestro planeta tierra. Te felicitó mi niña !!!
ResponderEliminarTe felicito!! Cómo me recuerda a Mad Max y los videojuegos Fallout y Rage (que me encantan!), no se te resiste ningún género, eh? qué cabrona!!! Sigue así!! ^^
ResponderEliminarSí te dije que quiero escribir de todo género(o la mayoría) excepto romántica y cuentos infantiles porque al no gustarme se me tiene que dar de culo xD
ResponderEliminarSí te dije que quiero escribir de todo género(o la mayoría) excepto romántica y cuentos infantiles porque al no gustarme se me tiene que dar de culo xD
ResponderEliminarTienes una brillante imaginación y escribiendo historias como estas lo bordas, y todavía nos sorprenderás más en el futuro. Ficción, terror, fantasía..., incluso con los nombres, que yo no voy más allá de Antonio o Petra (jiji); los tuyos molan. Sigue así que yo quiero leerme toda tu bibliografía. Soy tu fan número uno jajaja
ResponderEliminarVaya, vaya con ainhoa.... Eres muy grande, pequeña....... Volviste a cautivarme con tu historia...
ResponderEliminarVaya, vaya con ainhoa.... Eres muy grande, pequeña....... Volviste a cautivarme con tu historia...
ResponderEliminarMucha graciAS ME Alegro de que te guste! :-)
EliminarMucha graciAS ME Alegro de que te guste! :-)
EliminarMucha graciAS ME Alegro de que te guste! :-)
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