Loki, el bautizado como el “Dios timador” fue acusado de dar inicio al Ragnarök: la batalla del fin del mundo.
En realidad, Loki fue conocido como el maestro del engaño a causa del poder que tenía. Él era capaz de cambiar su apariencia, de cambiar su sexo, o incluso de transformarse en un animal.
De todos es sabido que Loki mantenía una estrecha relación con Odín, el jefe de los AEsir(los dioses del poder y la guerra) y diosas (Ásynjur), que junto con los Vanir, (los dioses del cultivo y la fertilidad), formaban parte del mismo panteón. Los AEsir vivían en Asgard, y los Vanir en Vanaheim.
Todos los dioses se mantenían siempre jóvenes, debido a que comían de las manzanas de Idunn, una Ásynjur que era la guardiana de una caja de madera hecha de fresno, donde las llevaba. Sin embargo, a pesar de tener la eterna juventud gracias a estas manzanas, todos ellos podían morir.
Para entender por qué Loki fue nombrado como el origen de todo fraude, y su posterior persecución, es necesario remontarse al inicio de la creación del mundo.
Al comienzo de todo, existía el Ginnungagap, un gran abismo que separaba el país del frío, hielo y nieblas al norte, Niflheim y el país del fuego al sur, Muspelheim. Del choque y mezcla entre estas materias (una caliente y una fría) nacieron el mar, la tierra y las aguas. Doce ríos venidos del sur fluyeron hacia el país de los hielos, allí se cubrían de escarcha y morían en las inmensidades heladas. Éstos colmaron poco a poco el abismo.
Cuando el Ginnungagap, el vasto abismo, tan profundo que ningún ojo mortal alcanzaba a ver el fondo, se unió e hizo que ambas tierras tan disímiles se abrazaran; el calor tocó con la escarcha y las gotas se derritieron formando eitr. El eitr es una sustancia líquida que es el origen de todas las cosas vivas.
El eitr se aceleró en vida en la forma del gigante Ymir, el padre de todos los gigantes de escarcha. Cuando él dormía, un hijo e hija gigante crecieron de su axila, y sus dos pies procrearon y dieron luz a un monstruo de seis cabezas. Estos tres seres dieron a luz a los gigantes de hielo, los hrímpursar, que poblaron el Niflheim.
Ymir fue asesinado por Odín y sus hermanos Vili y Vé, hijos de Bor; pues él fue un monstruoso accidente que no debería de haberse creado. La sangre del gigante, que era agua, inundó Niflheim y mató a todos los gigantes, excepto a Bergelmir y su esposa, que luego repoblaron su raza.
Así se establecieron nuevos mundos para los gigantes: Los de hielo en Niflheim, los de fuego en Muspelheim, y los de roca en Jötunheim, a los que se les llama jötnar en plural, y jötunn en singular.
Los gigantes eran seres grotescos, con algunas deformidades, y con poca inteligencia. Odín y sus hermanos usaron el cuerpo de Ymir para crear Midgard en el centro de Ginnungagap, que más tarde sería el mundo de los humanos. Con su carne se hizo la tierra, con su sangre se formaron los mares y los lagos, con sus huesos se erigieron las montañas, con sus dientes y fragmentos de huesos se hicieron las piedras. De su pelo crecieron árboles y los gusanos de su carne formaron la raza de los enanos. Los dioses pusieron su cráneo sobre el Ginnungagap y crearon el cielo sostenido por cuatro enanos llamados Norðri, Suðri, Austri y Vestri. A estos enanos les fueron dados los nombres de Este, Oeste, Norte y Sur. Odín luego creó los vientos colocando a uno de los hijos de Bergelmir bajo la forma de un águila, al final de la tierra. Luego arrojó el cerebro de Ymir al viento y este se convirtió en las nubes.
Después los hijos de Bor tomaron chispas del Muspelheim y las dispersaron a través del Ginnungagap, creando así las estrellas y la luz. Con trozos de madera devueltos por el mar, Odín, Vé y Vili hicieron a los humanos. Crearon un hombre llamado Ask y una mujer llamada Embla, de los que nacerían los humanos que vivirían en Midgard. Con las cejas de Ymir, crearon una fortaleza para proteger la raza de los hombres de los gigantes.
Loki es descendiente directo de los jötnar, en concreto de Farbauti y Laufey, sus padres.
Los mundos que faltan por mencionar son el de los enanos, que vivían en los campos oscuros de Nidavellir, subterráneamente ya que la luz solar era letal para ellos, lo que hacía que tuviesen siempre una apariencia pálida, pero a pesar de haber sido creados de los gusanos de la carne de Ymir; a diferencia de los gigantes ellos habían sido dotados de inteligencia y sabiduría, al igual que los humanos descendientes de Ask y Embla.
Por otra parte, en el mundo de Álfheim vivían los elfos, en los que se diferenciaban los elfos de luz, que vivían en los bosques, de los oscuros, que vivían en las profundidades de la montaña. Ellos tenían aspecto humano pero eran más hermosos que cualquier otra persona. Los elfos no tenían limitaciones físicas de modo que podían atravesar paredes y puertas. Ellos eran espíritus libres de la naturaleza y de la muerte.
Además de crear estos mundos, Odín y sus hermanos crearon el árbol Yggdrasil, un fresno enorme, que estaba conectado a todos los mundos. En el cielo de este árbol vivían los elfos de luz, y en las raíces los elfos oscuros. Por allí pasaba también el puente Bifröst, un arcoíris, que era el puente entre el cielo y la Tierra.
Por último, estaba el mundo de Helheim, el reino de la muerte que se encontraba en la parte más profunda, oscura, y lúgubre de Niflheim. Estaba gobernado por Hela, una de las monstruosas hijas de Loki… más adelante hablaremos de sus vástagos. La entrada a Helheim estaba custodiada por un perro llamado Garm. En este mundo terminaban los que habían muerto por enfermedad o vejez, y una vez se entraba en él ni siquiera los dioses podían salir, a causa del interminable e intransitable río Gjöll, que lo rodeaba.
Para todos los criminales, había una sala especial llamada el Nastrand. Tanto allí como en todo el Helheim no brillaba nunca el sol. Las paredes estaban cubiertas de serpientes, que escupían veneno sin parar, esto fluía en torrenciales por la sala y llenaba todo con vapores venenosos.
Explicados ya los nueve mundos que se expandían por toda la Tierra, cielo, y bajo tierra, nos centraremos en Loki.
Loki, el mago de las mentiras; se juntó libremente con los AEsir, haciéndose íntimo amigo de Odín, hasta el punto en que él le consideró como su propio hermano.
Loki hizo muchas cosas buenas por los dioses, pero también les hacía pesadas bromas, y les ponía en apuros para luego ofrecerse a ayudarles. Un claro ejemplo es cuando convenció a la Ásynjur Idunn, para sacarla fuera de Asgard; y Þjazi, un jötun la raptó a ella y a sus manzanas. Los dioses comenzaron a envejecer y presionaron a Loki para que la rescatase. Él tomó prestada la capa de plumas de halcón de la diosa Freyja, y volando la salvó convirtiéndola en una nuez para llevarla de regreso a Asgard. El jötun Pjazi les persiguió enfurecido bajo la forma de un águila, pero le derrotaron los AEsir cuando al encender una fogata le prendieron en llamas sus alas.
Él era responsable de muchos artilugios y armas que llevaban los dioses. Loki engañó al gigante que construyó las murallas alrededor de Asgard sin ser pagado por su trabajo, al distraer a su caballo transformándose en una yegua en celo. De esa forma Loki, bajo la apariencia de yegua parió a un caballo de ocho patas, llamado Sleipnir, que más tarde cabalgaría Odín.
Otra de las muchas travesuras de Loki, fue cortarle los dorados cabellos a Sif, la esposa de Thor, hijo de Odín. Thor muy enfadado atrapó a Loki, y éste le prometió que le devolvería la cabellera a Sif. Para ello se dirigió a la morada de los enanos en Nidavellir, y les encargó a los mejores artesanos, los hijos de Ivaldi, que le ayudasen. Además también quería disculparse con Odín y Freyr (un Vanir), por lo que les pidió que hiciesen obsequios para ellos. Los hijos de Ivaldi crearon una peluca de delgados hilos de oro que se transformaría en el cabello de Sif en cuanto se la pusiera. Para el resto, crearon un barco volador para Freyr, llamado Skíðblaðnir, que siempre tendría el viento a su favor y la lanza de Odín, la Gungnir.
No conforme con ello, Loki acudió a otro enano llamado Brokkr, haciéndole la apuesta de que nadie era capaz de competir contra las habilidades de los hijos de Ivaldi.
Brokrr le respondió que él y su hermano Sindri eran capaces de hacer cosas aún más maravillosas, entonces Loki apostó su propia cabeza. Sindri aceptó la apuesta y se dispuso a hacer los artilugios junto a Brokrr. A pesar de que Loki trató de hacerles fracasar convirtiéndose en una mosca para incordiarles picándoles en el cuello y en los ojos; los enanos lograron hacer el jabalí Gullinbursti para Frey, que podía correr en el aire y sobre el mar día y noche, más rápido que cualquier otro caballo, y que por muy larga que fuese la noche, por más oscuros que fuesen los otros mundos, siempre habría claridad donde estuviera el jabalí de tan brillante que era su color dorado. Para Odín hicieron su anillo, el Draupnir, que cada novena noche le surgirían de él ocho argollas de igual valor. Por último para Thor forjaron su martillo Mjölnir, que podría golpear un objeto por grande que fuera; que jamás golpearía en falso, y que cuando lo lanzase no debía temer perderlo, pues por muy lejos que fuera a caer, volvería siempre a su amo, y según sus deseos, se volvería tan pequeño que podría esconderlo en su seno; pero tenía un defecto, su empuñadura era un poco corta.
A pesar de todo, los AEsir sentados en su trono deliberaron, y consideraron mejores los artilugios de los enanos Brokrr y Sindri, en especial el martillo que hicieron para Thor por la protección que ofrecía contra los gigantes de hielo.
Los hermanos enanos querían entonces la cabeza de Loki, y éste intentó zafarse.
-Bueno pues, ¡cogedme si podéis!-Exclamó, mientras huía rápidamente gracias a los zapatos que llevaba, que le permitían correr a través de los aires y sobre el mar.
Entonces Brokrr le pidió ayuda a Thor para que lo atrapase, y él lo hizo. Una vez Brokrr lo tenía de frente para cortarle la cabeza, Loki dijo:
-La cabeza os pertenece, pero no mi cuello.
Enfurecido, el enano cogió hilo y un cuchillo para perforar los labios del timador, y así conservarlos juntos para que no engañase más, pero el cuchillo no estaba demasiado afilado.
-Estaría bien si tuviese el aliento de mi hermano-Dijo Brokrr.
Entonces con el afilado aliento de Sindri, Brokrr pudo coser los labios de Loki para que se cerraran. Mucho tiempo después pudo sacarse los hilos a pesar de todo el dolor, para poder seguir engañando a los más incautos.
Loki tuvo tres hijos con la gigante Angerboda: Fenrir, un lobo gigante; Jörmundgander, una enorme serpiente marina, y Hela, la reina de los muertos en Helheim.
Más tarde se casó con la Ásynjur llamada Sigyn, con la que tuvo otros dos hijos: Narfi y Váli. Eran híbridos de dioses y jötnar.
Los AEsir tenían conocimiento de las profecías y del futuro, gracias a las völvas, que eran videntes femeninas. Ellas les advirtieron del Ragnarök que se avecinaba, la batalla final; y que el que empezaría todo sería Loki, pero también sólo él era el que tenía el poder de evitarlo. Además las völvas les contaron que Fenrir, el hijo lobo que había tenido con Angerboda, acabaría con la vida de Odín.
Los dioses se preocuparon, y aunque al principio no le dieron demasiada importancia, Fenrir fue creciendo cada vez más hasta el punto que intimidaba a los AEsir. El lobo pudo procrear y tuvo dos hijos: Hati, el lobo de la luna y Sköll, el del sol.
Al nacer él sólo era un inofensivo cachorro pero conforme se alimentó y creció era imposible controlarlo. Dos veces los AEsir fallaron en su intento de apresarlo. Primero lo intentaron con la cadena Leding, que construyeron especialmente para atarlo. Fenrir dejó que los dioses le encadenasen para probar su fuerza, para comprobar si podía romper la cadena, ya que ellos estaban convencidos de que no sería capaz. Para disgusto de los AEsir, el lobo no tuvo más que estirarse para que con ése pequeño esfuerzo, partiese la cadena y se liberase.
Resignados, los dioses decidieron forjar una segunda cadena llamada Droma, mucho más fuerte y resistente que la anterior. Fenrir volvió a aceptar el desafío, muy confiado, y permitió a los dioses ponerle la segunda cadena. Como en el primer intento, Fenrir no tuvo más que tirar de la cadena luego de habérsela puesto, para romperla. Debido a esto, los dioses, al ver que las ataduras normales no podrían mantener al lobo encerrado, ordenaron a los enanos a crear una cuerda irrompible para nadie: la Gleipnir.
Los enanos hicieron esta ligadura inquebrantable, la cual era una cinta sedosa y fina, que estaba fabricada con los siguientes ingredientes: el sonido de las pisadas de un gato, la barba de una mujer, las raíces de una montaña, los tendones de un oso, el soplo de unos peces, y por último con la saliva de un pájaro.
De nuevo los dioses acudieron a Fenrir, retándole a zafarse de esta nueva cadena. El lobo, desconfiado, dijo que aceptaba la propuesta; pues temía que le llamasen cobarde por no atreverse. Sin embargo pidió que durante la prueba, uno de ellos introdujese la mano en su mandíbula. El único que se ofreció a realizar tal proeza fue Tyr, el dios con cuernos, que con valentía y delicadeza introdujo su mano derecha en la inmensa boca de Fenrir. Los otros dioses ataron al joven lobo, quien empezó a debatirse ferozmente, y al ver que esta vez no podía deshacerse de su encadenamiento, los AEsir comenzaron a reírse de él. Rieron todos menos Tyr que sabía a lo que estaba expuesto, y en efecto, al darse cuenta el lobo que le habían tendido una trampa, cerró su mandíbula tajantemente y le cortó la mano al dios.
Lo encadenaron en la isla Lyngvi, en el lago Ámsvartnir. De esta forma los dioses querían evitar la profecía pronunciada por las völvas, en la que Fenrir sería el causante de la muerte de Odín en el Ragnarök.
Respecto al otro hijo de Loki, la serpiente marina llamada Jörmundgander, los dioses temían también que tan monstruosa criatura se revelase contra ellos o hiciese daño a los humanos. Sus espirales se extendían por la tierra hasta donde la vista podía alcanzar, y su horrorosa cabeza de dragón y su interminable cuello sobresalían por encima de tierra y montañas como un pilar escamoso color ébano coronado por el semblante mismo de la muerte. Entonces los AEsir decidieron deshacerse de la serpiente, y Odín el Sabio la expulsó lanzándola al océano más profundo, alrededor de Midgard.
Aunque la serpiente había desaparecido de su vista, no dejó de existir; todo lo contrario. En las profundidades de sus acuosos dominios, mucho más lejos de los reinos de los dioses y los hombres, se hizo aún más grande, hasta que finalmente sus poderosas espirales rodearon el globo, con sus fauces mordiendo la cola como un ouroboros. Jörmundgander creció tanto que mordiéndose la cola podía abrazar toda la Tierra.
A la hija de Loki, Hela, la enviaron a las profundidades de Helheim, convirtiéndose ella en la reina de los muertos.
Los AEsir ya no veían a Loki con buenos ojos, en realidad nunca les había agradado sus bromas y sus mentiras, pero a su vez él era muy buen amigo de Odín y eso hacía que los demás no interviniesen. A pesar de ello, llegó un día en que esa amistad iba a llegar a su fin.
Balder era el segundo hijo de Odín. Él era el mejor y todos le alababan, era tan hermoso en sus facciones, y tan brillante, que la luz se proyectaba en él. Era el más sabio de los AEsir, el que mejor hablaba y con más gracia; y tal es la calidad que asiste, que nadie podía contradecir su juicio.
El hijo de Odín llevaba varias noches teniendo sueños muy oscuros, que le contó a su madre Frigg, pues ella sabía interpretarlos. Ella entonces supo que los sueños querían advertirle de que Balder iba a morir.
Odín montado en su caballo de ocho patas, Sleipnir, descendió cabalgando a Helheim, con el fin de descifrar los sueños de su hijo. Allí salió a su encuentro el perro ensangrentado Garm, pero Odín logró evitarlo y llegó a una puerta que se halla del lado de poniente. Dijo entonces unas palabras mágicas que provocaron que despertase Hela. Ella se quejó, pero Odín le obligó a que le ayudase a descifrar los sueños de Balder. Sin embargo, Hela lo hizo con palabras oscuras que apenas entendió, debido a que estaba cansada y quería regresar a la muerte; de este modo los esfuerzos de Odín fueron en vano.
Cada vez el sueño de Balder era más y más perturbador que el anterior. Noche tras noche, se echaba en su cama moviéndose inquieto, dominado por unas espantosas y terroríficas visiones. Las pesadillas duraban tanto tiempo y se alargaron durante tantas noches que empezaron a hacerle mella. Este dios, que solía ser el más alegre de todos, acabó por convertirse en un ser obstinado y deprimido que se paseaba por Asgard como un alma en pena sin hablar con nadie.
Cuando le preguntaron sobre qué le sucedía, él respondió que era por sus pesadillas. Los dioses empezaron a preocuparse y se reunieron para discutir el problema. Hicieron una lista enumerando todos los medios posibles que podrían matar a Balder, y cuando estuvo terminada; Frigg la cogió y la llevó a todos los rincones de los nueve mundos. La Ásynjur les hizo prometer a todas las cosas que estaban en la lista que no harían daño a su hijo. Todos juraron que no lo harían excepto el muérdago. Frigg pensó que no era algo importante y amenazante para que jurase, por lo que no le dio importancia y no le preguntó.
Loki ya estaba algo resentido porque sus hijos habían sido raptados por los dioses para que no maltratasen ni a estos ni a los humanos; de modo que vio aquí la oportunidad de arrebatarle a Odín a su hijo. Durante mucho tiempo Loki recorrió el mundo buscando a alguna cosa que no hubiese jurado no matar a Balder, y cuando ya había perdido toda esperanza, decidió acudir a la propia Frigg en busca de respuestas. Bajo la apariencia de una anciana, el dios astuto no cesó de molestarla hasta que le reveló que el muérdago era el único que no había hecho el juramento. Loki salió y se dirigió al bosque, cogió una gran rama de muérdago e hizo una flecha de ella.
Entretanto los dioses, incluyendo a Balder, alegres por lo ocurrido realizaron un festín en los dominios de Odín. Balder se sentía invulnerable a todo, y propuso un juego: que todos los dioses le arrojasen algún objeto dañino, y así comprobaron que ninguno le podía herir.
Loki estaba entre los presentes, y entró en escena dándole a Hödr, el hermano ciego de Balder, la flecha hecha de muérdago. El arco se accionó y la flecha impactó contra el pecho de Balder, haciendo que el dios cayese estrepitosamente sobre el banquete. Un silencio sepulcral se hizo presente por parte de todos los AEsir. Se quedaron mudos y ninguno hallaba fuerzas para levantarlo. Nadie tomó venganza, no podían tomarla ya que en el lugar donde se encontraban era sagrado. Sin embargo las sospechas de Odín sobre Loki se intensificaron notablemente, pues Hödr no tenía motivo alguno para matar a su hermano y fueron las declaraciones de él quienes acusaron a Loki, diciendo que fue él quien le puso a su alcance el muérdago. No obstante, otro hijo de Odín llamado Vidar quiso vengar la muerte de Balder y tiempo más tarde asesinó a Hödr.
Balder fue quemado ceremonialmente en su barco, el Hringhorni, la mayor de todas las naves.
Frigg, en un último intento por recuperar a su preciado hijo, prometió sus favores a quien descendiera a Helheim para recobrarle. De este modo, tras nueve días y nueve noches de travesía, Helmod, otro hermano de Balder; llegó a Helheim a lomos de Sleipnir, el caballo de Odín. Le preguntó a Hela si Balder podría ser resucitado, a lo que ella le respondió que si todas las cosas del mundo lloraban por él, ella le dejaría ir. Así lo hicieron, y se dispusieron a recorrer los nueve mundos informando a todas las cosas, y todas lloraron por él excepto una gigante llamada Thok, que rehusó llorar por el dios asesinado; dejando a Balder permanecer en el Inframundo.
Al enterarse Odín, acusó a Loki de haberse disfrazado de esa gigante, y harto ya de todas sus mentiras quiso castigarle. Ordenó a todos los AEsir que lo encontrasen, a él y a sus otros dos hijos, Narfi y Váli, que había tenido con su reciente esposa la diosa Sigyn.
Loki se refugió en una montaña y allí construyó una casa con cuatro puertas para poder vigilar en todas las direcciones. Mientras tanto, los dioses apresaron a sus dos hijos, y transformaron a Váli en un lobo que arrancó la garganta a su propio hermano. Con las vísceras de Narfi pretendían atar a Loki, que ya sabían dónde se escondía e iban a por él furiosamente. Descubrieron su localización debido a que a veces, de día él se transformaba en salmón, y se escondía en las cascadas de Fránangr. Odín le había divisado desde Hliðskjálf (el trono desde donde podía ver los nueve mundos), y tejieron una red de pesca de lino con el propósito de atraparle. Pero Loki se dio cuenta de que los AEsir estaban cerca, quemó la red, se transformó en salmón y se arrojó al río.
Los dioses entraron a la casa de Loki y vieron las cenizas de la red de pesca, por lo que comenzaron a tejer una nueva y se dirigieron al río. Allí el dios de las mentiras les evadió saltando sobre la red, pero los AEsir se dividieron en dos grupos para alcanzarle. Cuando Loki estuvo cerca del mar, decidió arriesgarse una vez más y saltar sobre la red, pero en esta ocasión Thor le atrapó de la cola.
Usaron las entrañas de su hijo Narfi para atarle a tres bloques de piedra, convirtieron las ataduras en hierro y la diosa Skaði colocó una víbora sobre su cabeza, para que el veneno de ésta gotease sobre su cara.
Mientras era encadenado, Loki se dirigió a Odín.
-¿Recuerdas Odín, los viejos tiempos cuando mezclamos nuestra sangre? Entonces prometiste que no te servirían cerveza si no había para ambos.
Odín El Sabio clavó sus destellantes ojos de ira sobre Loki, dirigiéndole una mirada de odio y resquemor, pero se guardó para sí la respuesta, y poco después le abandonaron a su suerte.
A partir de entonces, la esposa de Loki, Sigyn, se sentaba junto a él y recogía el veneno de la serpiente en un cuenco de madera, pero cuando se llenaba debía vaciar el veneno, y era en estos momentos cuando el veneno caía sobre el rostro de Loki. El dolor era tan terrible que se retorcía, vociferando angustiosos alaridos, y tan enormes eran sus gritos que provocaban terremotos en la Tierra.
Pasaron los años, y tras un tiempo incierto, tras tantos gritos desesperados de Loki llegó un momento en que la Tierra se estremeció tan violentamente que los árboles fueron arrancados de su raíz, y las montañas cayeron. Cada unión y cada eslabón se separó, de modo que Loki y su hijo Fenrir se liberaron de su confinamiento y tortura.
El terrible hocico del lobo se abrió tanto, que la parte inferior de su quijada raspó contra la Tierra, y la parte superior ejerció presión contra el cielo. Las llamas bailaban en sus ojos y saltaron de sus fosas nasales.
Los hijos de Fenrir, el lobo Sköll y su hermano Hati devoraron a la diosa Sol y a su hermano Máni, respectivamente. Las estrellas desaparecieron de los cielos y sumieron a la Tierra en la más absoluta oscuridad.
El vigilante de los Jötnar, Eggthér, supo que el día del Ragnarök había llegado, y se sentó sobre su tumba raspando su arpa, sonriendo severamente. El gallo rojo Fjalar cantó al resto de los gigantes para advertirles, y el gallo de oro Gullinkambi cantó a los dioses. Un tercer gallo de color rojo óxido, levantó a los muertos de Helheim.
Jörmundgander, la serpiente marina de Midgard, se incorporó de su profundo lecho en el océano para dirigirse hacia la Tierra, retorciéndose y girando con furia sobre sí misma, provocando que los mares se alzasen y azotasen a la Tierra. Con cada respiración la serpiente arrojaba veneno, salpicando el cielo y la Tierra con él.
Loki había soportado durante mucho tiempo el tormento al que él y sus hijos habían sido sometidos por los AEsir, y se encargó de reunir un gran ejército que le ayudase a librar la batalla contra los dioses. Puso en contra de ellos a todos los gigantes, recordándoles que desde un principio los dioses no querían que ellos formasen parte de los mundos que estaban creando, iniciando su descontento con el asesinato del gigante Ymir.
De esta forma, de las tierras del este, el ejército de los Jötnar, conducido por Hrym, salió de su hogar en Jötunheim y navegó en la espantosa nave Naglfar; la nave estaba fabricada con las uñas de los hombres muertos, que serán liberados por la marejada y la inundación, hacia los campos de batalla de Vigrid.
Desde el norte, una segunda nave dirigía sus velas también hacia Vigrid, con un desatado Loki como timonel, y los horrorosos muertos de Helheim como tripulación.
El mundo entero estalló en guerra, el aire temblaba con los ruidos, fragores y ecos. En medio de esta desesperante agitación, los gigantes de fuego de Muspelheim conducidos por Surt; avanzaron hacia el sur y partieron en dos al mismísimo cielo, cerca de Vigrid, dejando poco a poco todo a su paso envuelto en llamas. Mientras cabalgaban hacia el puente de arcoíris Bifröst, éste se agrietó y se rompió tras ellos. El perro ensangrentado Garm, que estaba encadenado en la cueva de la cima de la montaña Gnipahellir para vigilar las puertas de Helheim, aullaba encolerizado y también se despojó de sus ataduras. Se unió a los gigantes de fuego en su marcha hacia Vigrid.
De esta manera, todos los Jötnar, los habitantes de Helheim, Fenrir, Jörmundgander, Garm, Surt, y los hijos ardientes de Muspelheim se reunieron en el campo de batalla llenando el vasto terraplén que se extendía a ciento veinte leguas en cada dirección.
Mientras tanto, Heimdall, siendo el primero de los dioses que vio a los enemigos acercarse, hizo sonar su cuerno Gjahallarhorn, con tal ímpetu que fue escuchado a través de los nueve mundos. Todos los dioses despertaron e inmediatamente se reunieron en su consejo.
Después, Odín galopó montado en Sleipnir hacia la morada de Mímir para consultarle sobre el destino de su pueblo y de él mismo. Mímir era el guardián de las fuentes de sabiduría ubicadas en las raíces del árbol Yggdrasil, pero cuando éste le negó a Odín tiempo atrás que bebiese de la fuente, Odín negoció con él y le ofreció uno de sus ojos, para que Mímir le permitiese beber de la fuente de la sabiduría, convirtiéndose así en Odín El Sabio.
Sin embargo, durante la guerra que tiempo atrás libraron los AEsir contra los Vanir, mucho antes de su actual reconciliación; los Vanir decapitaron a Mímir y le enviaron la cabeza a Odín a Asgard, donde actualmente conservaba su cabeza para poder hacerle consultas oraculares como la que ahora se le presentaba.
Entonces, Yggdrasil, el árbol del mundo se sacudió desde la raíz a la copa. Todo en la Tierra, en el cielo y en Helheim tembló incesablemente. Todos los AEsir y los Einherjer, (guerreros que habían muerto honorablemente en batalla, y que fueron recogidos por las hijas de Odín, las valquirias, para transportarlos hacia el Valhalla; que era un enorme y majestuoso salón ubicado en Asgard para ellos) se pusieron sus vestimentas de batalla. Este extenso y poderoso ejército marchó hacia Vigrid con Odín cabalgando al frente, usando un casco de oro y una faja brillante, y blandiendo su lanza Gungnir.
Odín se dirigió al lobo Fenrir; y Thor a su derecha, no pudo ayudarle porque Jörmundgander inmediatamente le atacó. El Vanir Freyr se enfrentó al gigante de fuego Surt, pero se convirtió en el primer dios en sucumbir, ya que no tenía su espada mágica. Tiempo atrás le había ofrecido su espada a su criado Skirmir para que se la llevase a la gigante virgen llamada Gerda, para mostrarle su amor y pedirle matrimonio. Esto lo llevó inevitablemente a estar indefenso el día del Ragnarök y murió desparramando su divina sangre por el campo de Vigrid.
Tyr, el dios con cuernos y ahora manco a causa de que Fenrir le arrancó la mano el día de su encadenamiento; logró matar al perro Garm, pero fue seriamente herido y murió. Falleció sólo unos minutos antes de que el mundo entero fuese destruido por el fuego.
Heimdall, el dios que vigilaba desde el puente Bifröst, se encontró con Loki.
-Jamás deberíamos de haberte dado la confianza para mezclarte con nosotros, ¡no eres más que una sucia rata con lengua venenosa!-Le acusó duramente Heimdall, mientras desenvainaba su espada.
-Habréis de saber que todo lo que está ocurriendo ha sido culpa de vosotros. Entiendo que no tengáis sentido del humor para mis bromas pero, de no ser por mí no habríais adquirido tan hermosas armas y obsequios, ¡y vosotros me lo pagáis maltratando a mis hijos y a mí! ¿Acaso hice daño a alguien alguna vez, Heimdall?, ¿acaso mis bromas fueron tan crueles como el castigo que me proporcionasteis? Nunca volveréis a recuperar a Balder, ¡no mientras yo viva, no lo permitiré!
Loki también alzó su espada, y ambos se atacaron ferozmente, clavando cada uno la espada en el torso de su rival, provocando que ambos muriesen al mismo tiempo en tan igualado encuentro.
Thor mató a Jörmundgander con su martillo Mjölnir, pero sólo pudo dar nueve pasos antes de caer muerto; envenenado por la saliva de la serpiente que poco antes había escupido sobre él.
Odín peleó valerosamente con su poderosa lanza Gungnir contra Fenrir, pero tras una larga batalla, fue devorado por el lobo. Para vengar a su padre, el hijo de Odín llamado Vidar; llegó inmediatamente y puso un pie sobre la quijada del lobo. En este pie calzaba un zapato que había estado tejiendo desde el principio de los tiempos, que estaba fabricado por tiras de cuero cortadas por los hombres sobre los dedos de los pies y los talones de sus zapatos. Con una mano agarró la quijada de Fenrir y quebró su garganta, matándole por fin.
Entonces Surt, el líder de los gigantes de fuego, quemó el universo entero. La muerte llegó a todos los seres de la Tierra, incluyendo a los elfos, humanos y enanos que habían estado en el bando de los AEsir. El sol ya se había apagado y las estrellas se habían desvanecido. Surgieron vapores tóxicos y las llamas estallaron abrasando el cielo con el fuego. Finalmente la Tierra se hundió en el mar, de donde en el comienzo de todo había surgido.
Después de la destrucción, y de un largo tiempo de desolación; una tierra nueva emergió del mar, verde y justa. Los cereales maduraron en los campos que nunca fueron sembrados. El prado Iðavöllr en el Asgard ahora destruido, no había sucumbido al final de todo. El sol reapareció de nuevo como Sól, ya que antes de ser tragada por el lobo Sköll, había dado a luz a una hija idéntica a ella. Su hija reanudó el camino de su madre en el nuevo cielo.
Unos cuantos dioses sobrevivieron a la dura prueba: Vili, el hermano de Odín. Los hijos de Odín, Vidar y Vali (no confundir con Váli, que era hijo de Loki); los hijos de Thor, Modi y Magni que heredaron el martillo mágico de su padre, y por último Hœnir, que sostenía una varita y preveía lo que estaba por venir, relevando de alguna manera el poder de sabiduría que tenía Mímir. Balder y su hermano ciego Hödr, quienes murieron antes del Ragnarök, emergieron de Helheim resucitados y se postraron en los aposentos de Odín, el Valhalla de los cielos.
Al reunirse en el prado Idavöll, todos estos dioses se sentaron juntos, discutieron su conocimiento oculto y charlaron sobre muchas cosas que habían acontecido.
Dos seres humanos también escaparon de la destrucción del mundo ocultándose dentro del bosque Hodmímir, donde la espada de fuego del gigante Surt no surtió efecto. Allí no llegó su poder de fuego. Los humanos se llamaban Líf y Lífthrasir, y vivieron en el rocío de la mañana repoblando la raza de los hombres. Ellos adoraban su nuevo panteón de dioses, ahora liderado por Balder resucitado.
Después de todo, en este nuevo mundo la maldad y la miseria no existirán más. Los dioses y los hombres vivirán juntos en paz y armonía, y los descendientes de Líf y Lífthrasir habitarán de nuevo Midgard.
(Inspirado en la Edda prosaica, Edda poética, Lokkasenna, y Völuspá)
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